"En realidad, la culpa de todo la tuvo Miriam Makeba"


Entramos

en una tienda de discos con la intención de llevarnos algo de música made in SA. Empezamos pidiéndole a la dueña que nos pusiera un cd para ver cómo sonaba… y yo creo acabamos escuchando todos los discos de la tienda….!Estaba sonando Miriam Makeba, y la mujer se puso a tararear la canción. Le preguntamos si cantaba en algún coro, porque lo hacía muy bien, y así era. Al comentarle que teníamos interés por ver alguna actuación en directo, hizo una llamada y, una hora más tarde, nos encontrábamos con Father Julius…

Esa misma tarde dirigía el ensayo de un coro de niños en la afueras de la ciudad, y fuimos con él. Nos sorprendió ver que en aquella zona apartada sólo viviera gente humilde de color, y él nos explicó que, aunque se ha dado por abolido, el apartheid aún se sigue manifestando en muchos aspectos de la vida de este país.

El coro infantil se estaba preparando para un concurso que se celebraba en breve, y sólo tenían que pulir algunos detalles. Nos llamaron la atención las pequeñas coreografías con que acompañaban las canciones, y que daban una gran fuerza a su actuación. Con una gracia natural, y simplemente deslizando los pies por el suelo al son de la música, producían un sonido de barrido de un extraordinario efecto rítmico ¡Daba gusto verlos cantar y bailar tan entusiasmados! Realmente, una gran labor la que estaban haciendo con los chicos de estos barrios pobres.

Al terminar el ensayo, Father Julius tenía que oficiar una misa fúnebre en el barrio y nosotros decidimos acompañarlo. Eramos los únicos blancos en una iglesia donde habría más de 200 personas. Y mientras esperábamos a que empezara, se nos acercó un señor ofreciéndonos las llaves de un coche: lo había enviado Father Julius, por si nos lo habíamos pensado mejor, y preferíamos volver a casa. Nos pareció un gesto de confianza y generosidad soprendentes... ¡si sólo hacía unas horas que nos habíamos conocido! Expresándole nuestra gratitud, le contestamos que estábamos muy interesados en quedarnos, y que para nosotros era todo un privilegio poder participar de aquella ceremonia.

Y desde luego que valió la pena, porque la misa fue realmente emocionante!! La gente no paraba de cantar. Tal como ya habíamos podido comprobar con la vendedora de discos y los niños, aquella gente tiene un sentido natural del ritmo y del oído dignos de admiración. Yo, que he formado parte de algunas corales, sé lo que "sufren" los directores para conseguir que los que cantamos no nos vayamos con la melodía de la cuerda de al lado. Por eso me quedé estupefacta cuando oí que algunos de ellos ¡¡ incluso cambiaban de voz a su antojo varias veces en una canción!! Por no hablar de su entusiasmo, que llegaba a tal extremo, que había una mujer encargada de dirigirlos, pero no para darles las entradas (eso ya lo hacían ellos solos), sino para hacerles callar y que el cura pudiera continuar con la ceremonia!

La misa se ofició en 3 idiomas: inglés, africaans y dialecto. Así que entre las traducciones, la infinidad de canciones y las emotivas dedicatorias que empezaron a hacer espontáneamente al difunto ... la misa acabó durando cerca de 2 horas. Al final, todos dieron dinero para ayudar a la familia y, como de costumbre, al acabar se quedaron en la iglesia hasta bien entrada la noche. Y es que para ellos éste es un momento de reunión ineludible y una buena ocasión para hablar con los familiares y amigos venidos de lugares lejanos.

De todos los allí presentes, creo que sólo nosotros dos lloramos de emoción... Sin lugar a dudas, aquel hombre se había ido por la puerta grande...

Bueno, y ya sabéis quién tuvo la culpa de todo, ...¿no? (la puedes escuchar en el ipod...)

(Ver relato de viaje completo)

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