Habíamos
caminado todo el día. Estábamos cansados y el trayecto era largo, así que improvisamos una vuelta al campamento en donkey car. Al grupo se sumaron varios chicos que fueron turnándose por el camino para ir atizando a los burros. Pero los animales resultaron ser tan perezosos que, nada más empezar, se nos desmontó el carro al salir de un bache!! Intuyendo lo que se nos venía encima, después de recomponerlo, proseguimos la marcha.
Sin otra actividad que la de ir conversando con los chicos mientras hacían verdaderos esfuerzos para que el carro no parara, a las 2 horas de camino decidimos hacer autostop a los 3 únicos coches que pasaron por allí.... y uno de ellos paró! Nos dio una alegría, porque la vuelta se nos estaba haciendo interminable y el sol ya empezaba a esconderse detrás de la montaña: por fin llegaríamos al campamento! Yo soñaba con poderme deshacer de la mezcla de polvo y sudor que habíamos ido acumulando durante todo el día y con liberar mis hinchados pies de aquellas botas recalentadas: nos habíamos ganado un buen descanso!
Los del coche resultaron ser unos italianos que se habían perdido y no encontraban sitio para dormir. De modo que les indicamos cómo llegar a las minas, que muy probablemente habrían pasado de largo a esas horas, porque no estaban bien señalizadas y el acceso era un poco complicado. Aunque iban completos, apretándonos un poco, nosotros cabíamos dentro y nuestros dos amigos no tenían ningún inconveniente en ir sobre la repisa del portón agarrados al portaequipajes. Así que aprovechando que íbamos al mismo sitio, les pedimos que nos llevaran al campamento. Pero, para sorpresa nuestra, estas fueron las palabras que, con ritmo de cantinela italiana, salieron de la boca del conductor:
- "... and if you want, I go to Italy and take my grandmother, too!!"
o lo que es lo mismo :
"...Y SI QUERÉIS, VOY A ITALIA Y COJO TAMBIÉN A MI ABUELA!!
Sin dar más explicaciones, pisó gas y desaparecieron. Nos quedamos petrificados.... y con la sensación de haber hecho la obra del día con quien no tocaba... ¡¡Pero qué rabia haberles dicho dónde estaban las minas!!
Así que no nos quedó otra que continuar con nuestro donkey car... Los animales ya estaban tan cansados, que andando íbamos más rápidos... Pero de repente, en un momento de euforia súbita, arrancaron a correr y desaparecieron de nuestra vista... con la mochila en el carro!! ( que como toda mochila inseparable del viajero, llevaba el agua, el dinero, la cámara, los pasaportes ...). Lo que había costado toda la tarde sólo que anduvieran... y ahora se ponían a correr como alma que lleva el diablo con todas nuestras cosas a cuestas!! Pies para qué os quiero, nos pusimos a correr también, y mientras intentábamos darles alcance, vimos cómo se salían del camino y se perdían a lo lejos entre los árboles, mientras los chicos subían y bajaban por una ladera gritando y haciendo aspavientos con los brazos. Pero... ¿qué puñetas estaban haciendo?? Pues ni más ni menos que ... cazar burros salvajes!!!! Impresionante: en menos de un cuarto de hora ya teníamos 3 burros nuevos engarzados al carro!
Como nos habíamos acostumbrado a ir a ritmo de tortuga, cuando aquellas bestias empezaron a tirar a toda mecha, nos dio un ataque de risa... Y, entre risotadas y traqueteos, fuimos avanzando por la montaña hasta que la pendiente se hizo intransitable. Y allí llegó el momento de despedirse de los chicos... y del donkey car...
En compañía de nuestros dos amigos, seguimos andando a la luz de la luna y, unos 40 minutos más tarde, llegábamos al campamento .... donde hacía horas que se encontraban cómodamente instalados nuestros nuevos y adorables vecinos...
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